3 Marzo 2018
distancia 18.6 Kms
tiempo 6 horas
ascenso 1117 metros
descenso 114-17 metros
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Tocaba volver a la zona de Aller, voy a subir directamente al cordal y ascender a la Boya (pico Curriechos) y el Cerrón (Homón del Faro).
Siempre me ha apasionado todo lo relacionado con los romanos. Toca volver a la Via de la Carisa, auténtica autopista de la época, y en donde Publio Carisio (del apellido viene el nombre de la via de la Carisa) fundador de la ciudad de Mérida fortifica el pico Curriechos enfrente de los astures que hicieron lo mismo en el Homón del Faro, que es el siguiente pico del cordal hacia el noroeste a unos escasos 2 Kms. (
aqui)
Después de pasar Santibañez de Murias, y a 1 km y medio dejo el coche atravesando el rio Negro por el puente del Bello, por pista subo hasta los puertos de Rasón que están salpicados de cabañas-chalets ya que es fácil subir el material por el buen estado de las pistas que llegan hasta aqui.
A partir de aqui está todo nevado, y con más nieve de la esperada. Subo hasta la parte alta del Rasón y abriendo huella llego hasta el Portillin de la Boya, dejando a mi izquierda el Curriechos a donde iré más tarde.
Estoy mitad de camino entre los dos antiguos campamentos, el romano de Curriechos y el astur del Homón del Faro.
A partir de ahora el viento va a ser tremendo y me va a tirar un par de veces. Primero voy al Homón y regreso sobre mis pasos al collado para ascender al Curriechos imaginandome ahora el espectacular campamento romano que según los historiadores llegó a alojar hasta 5000 legionarios.
De hecho la cumbre es una gran explanada, hago las fotos de rigor rápidamente ya que el viento es infernal y continuo por el cordal hasta el collado del Tunelón desde donde vuelvo a bajar a la parte allerana librandome del viento soportado todo este rato.
Disfrutando de la ausencia del viento, bajo tranquilamente por entre las cabañas para continuar por un sendero-camino bastante embarrado hasta la Escosura, y paso al lado del lago Llosadescu para entrar en un bosque
Más adelante me encontraré una yegua recién parida y unos cientos de metros más allá el potrillo muerto, una pena, (se lo comentaria más tarde a un ganadero que me encontré en Santibañez para que se lo dijera al dueño).
Después de acabar el embarrado sendero empalmo de nuevo con la pista y vuelvo al puente del Bello donde tengo el coche.